miércoles, 8 de agosto de 2012

No estoy inspirada!


No estoy inspirada. Eso es definitivo. Parece ser que se pasó la intensidad, se fugó la pasión, estoy en un estado de inacción. Inhibida. No tengo muchas ganas de crear. La verdad, la creación siempre me pareció sencilla. Pero hoy no tengo ganas. La musa inspiradora podría ser la nada misma. Eso sí que estaría bueno. Pero este tiempo tiene sus particularidades, las del desencanto, las de la disolución, las de la no risa, el no llanto, el no grito, el enmudecimiento.
Pocas torturas son tan implacables como el silencio. Recuerdo cuando termina “El secreto de sus ojos” y el personaje encerrado, el del violador, un tipo jodido, perverso tal vez, enfermo seguramente, disociado, intermitente, intimidante, le pide por favor al personaje de Darín: “Pidale que me hable”.
Qué hacer frente a la impotencia que causa el silencio? Qué hacer frente a un enmudecimiento ensordecedor? Qué hacer con el vacío de lo inexplicable?
No tiene sentido dar vueltas. Pero tampoco cosa alguna tiene sentido. El sentido es impuesto, no viene de fábrica, las cosas de la vida y de la muerte y del amor, que son casi la misma cosa, no tienen sentido. Escapan a la lógica, son inexplicables, inexpresables, incomparables, intransferibles, inclasificables.
Y cuando todo parece perdido pasa esto: Resulta que tengo un bonsái de Cotoneaster que estaba en situación crítica… todas sus hojitas se fueron poniendo amarillas… y oscureciendo… y cuando pasaba y las veía secas, se las sacaba… me olvidé del tema, era mucho angustiarse también por el Cotoneaster, a pesar de que es una planta fantástica, que estaba en el patio de mi infancia, junto al farol, pero en versión estándar… la cosa es que un día le vi una pequeña hojita verde, igual no quise entusiasmarme, pero seguí regando… cuando regar este bonsái, definitivamente no es tan simple porque hay que sumergirlo… y hoy descubrí que tiene un montón de hojitas… cosas de las plantas… sus tiempos… como las semillas de maracuja… que eran de un trago… raro, no? Las traje, las sequé y las puse en tierrita, como si yo entendiera algo de plantas… todo es probar en esta vida… pasó un montón de tiempo, sin mi registro pero con mi riego,  y esa macetita ( que en realidad es una budinera con tierra ) estaba germinando plantitas de maracujá… aunque nadie entienda nada parece que les gustó el lavadero… y ahí están… esperando un portavoz que las lleve para crecer como un árbol… les debo un lugar más amplio… ya va a suceder.

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